EL VINO EN LA VIEJA CANARIAS A TRAVÉS DE LITERATURA DE VIAJE INGLESA




Si hay viajeros extranjeros de los que visitaron las Islas Canarias que se ocuparon del vino fueron los ingleses. El tema fue especialmente atractivo para ellos, porque la historia del vino canario ha estado siempre vinculada estrechamente con el Reino Unido, principal consumidor, hasta poder afirmar que fue el que acaparó el mercado en los mejores años de la producción vitivinícola de las islas. Se produjo desde el mismo momento en que las Canarias se incorporaron a la órbita de la economía mundial.

Los grandes terratenientes establecidos tras la conquista introdujeron la caña de azúcar respondiendo a las exigencias del mercado mundial y emplearon esclavos negros, pero, antes del final del siglo XV la vid ya había sido introducida. La principal variedad: la malvasía. Desde las islas se solicitan a Las Cortes de Madrid en 1573, bajo el reinado de Felipe II, el abandono de la caña y tras floreciente estado del comercio de vinos, se pidió al soberano ciertas facilidades para dar salida a su producción.

El Valle de La Orotava fue antaño la zona de producción de tales vinos. Juan Nuñez de la Peña, en su “Conquista y Antigüedades de las Islas Canarias”, Madrid, 1676, hablando de la distribución de las viñas en Tenerife, comenta sobre el Valle: “VILLA DE LA OROTAVA está toda cercada de viñas de Malvasías, que es el mejor fruto de la isla; REALEJO DE ARRIBA: tiene muchas viñas de Malva­sías; REALEJO DE ABAJO: tiene muchas Malvasías que son la riqueza de la isla.

No todo fue malvasía, sino también otras variedades trasplantadas desde distintos lugares de la Península”. Si atendemos a las conocidas fuentes inglesas de viajeros como Thomas Nichols (siglo XVI), Edmund Scory (siglo XVII), George Glas en el siglo XVIII las diferentes variedades de parras españolas, sin intentar agotar el repertorio, eran el listán, el albillo (conocida también por uva perruna), el negromolle, la bermejuela, las andaluzas quebrantatinajas y almuñécar, entre otras. Es decir, el listán, hoy mayoritaria, ya se cosechaba en el siglo XVII. Como señala el profesor Bethencourt Massieu, no todos los racimos de estas variedades eran aptos para la elaboración de caldos exportables; algunos proporcionaban aguardientes y otros estaban destinados al consumo local.

El vino se convirtió en el más importante producto de exportación, con cuyo comercio el archipiélago canario vivió su auténtico esplendor económico. Siguiendo a William Dampier, probablemente el viajero más notable de cuantos visitaron las islas en el setecientos, estuvo en Tenerife en enero de 1698, y recorrió la isla por la vertiente norte, en el siglo XVII se cultivaban el Verdona o Vino verde, fuerte, más áspero y más ácido que el Canary wine, que no se exportaba demasiado para Europa, se enviaba, sobre todo, para Las Antillas, en la medida en que se conservaba mejor en los países cálidos y era más barato, por lo que los viajeros o navegantes los compraban para llevarlo a bordo durante sus travesías. Este tipo de vino era producido en el este de Tenerife y se exportaba desde el muelle de Santa Cruz. Los otros dos vinos, el Malvasía y el Canary wine [Canary sack], se cosechaban en el oeste de la isla, y a lo largo del siglo XVII sus producciones se coviertieron en las auténticas protagonistas. Se exportaban para Europa, sobre todo para Gran Bretaña, desde el Puerto de Orotava (hoy Puerto de la Cruz), «el puerto más importante de la isla y donde residía una pequeña colonia inglesa y el consulado de Inglaterra». Según el viajero inglés, el Malvasía y el Canary Sack eran considerados los mejores......


© Foto. Jesús Gaban