FONDILLÓN



El vino Fondillón, que se conoció siglos atrás como "Alicante", y es uno de los cinco únicos vinos del mundo con nombre propio, y el primero en poseerlo y declarado por la UE como uno de los vinos de lujo europeos junto a una pequeña selección de vinos especiales como el Champagne o el Jerez.

El secreto de este vino dulce, delicado y misterioso radica en las altas temperaturas del sureste español, una combinación única de tierra, bonanza de sol y humedad, así como una cuidada elaboración artesanal, la madera de los excelentes toneles de Monóvar y la generosa uva Monastrell.        


El nombre de Fondillón proviene de la palabra fondo, y se refiere a cantidad de pez que se acumulaba en el fondo del barril, mayor a más edad del recipiente; barriles que una vez vacíos se utilizaban por la cantidad de lías que tuviesen, de tal forma que al rehenchirlo o volverlos a llenar, tendían a hacer un fondillón parecido, en aromas y textura, al que habían albergado. Esto sucedía porque su añejamiento no se producía por el sistema de criaderas y soleras; sino que éste era el propio barril, generalmente de una capacidad de unos 500 a 800 litros, y del que se hacía una saca de aproximadamente 1/3 de su contenido, rellenándolo con el nuevo vino. De esta forma, al despojarse con el paso del tiempo de su materia proteica, se formaban las apreciadas lías.

El primer paso tras seleccionar la uva era el asoleado, que se solía hacer en cañizos que se colocaban en el safarích (especie de terraza exterior que tenían las clásicas bodegas caseras), verificándose la pisa de los racimos así asoleados. En alguna ocasión se separaban previamente los granos de uva de su raspón a mano, sometiéndolos seguidamente a su estrujado.
La uva la estrujaban en el lagar, y aquel mosto denso juntamente con la casca se ponía a fermentar en los toneles más viejos de las bodegas. La fermentación era muy lenta por la gran cantidad de azúcar y la transformación del mosto en vino se retrasaba tanto que, en muchas ocasiones no se podía apreciar hasta la primavera.
El hollejo permanecía en contacto con el mosto de 20 a 30 días. El resultado era un vino con una alta graduación alcohólica (17º-18º, y hasta 6 u 8 grados Baumé) que guardado en los viejos toneles monoveros daba como resultado el Fondillón, guardado en toneles de crianza o agregado a las soleras que disponían casi todos los cosecheros de la época.

Su historia está plagada de grandes anécdotas: convertido en "vino con Denominación Real" fue saboreado por reyes y cardenales haciéndose famoso durante el Renacimiento; toneles de este vino llenaron la bodega del buque en que Magallanes y Elcano dieron la primera vuelta al mundo y fue el último reconstituyente que los médicos recomendaron al Rey Luis XIV de Francia, que tomaba bizcochos mojados en este vino. Francisco Martínez Montiño, cocinero mayor de Felipe II, cuenta que los príncipes japoneses que visitaron al monarca, reconocieron el Fondillón que habían llevado los navegantes españoles a Oriente. Y al degustarlo exclamaron: "¡Pero si es el famoso fondillón de Alicante, que tanta fama tiene en el mundo!"
Su fama también fue reconocida por escritores de la talla de Shakespeare, Alejandro Dumas (en "El Conde de Montecristo"), Salgari, Dostoiesky, Daniel Defoe (en "Robinson Crusoe").

En el siglo XIX, una terrible plaga, la filoxera, arrasó las viñas de toda Europa y casi estuvo a punto de enviar al olvido el fondillón. La filoxera llegó a las tierras alicantinas a principio del siglo XX, disminuyendo la superficie dedicada a su cultivo. Esto, unido a la explosión demográfica y turística que sufrió la ciudad de Alicante, hizo que a mitad del siglo XX no se produjera fondillón y casi nadie se acordara de él.

En los años cincuenta Primitivo Quiles (bodega más antigua de Alicante) decidió volver a impulsar de manera significativa la producción de fondillón con su solera de 1948 aunque conservaba la de 1892, actualmente todavía en producción. Finalmente, en la década de los sesenta, Eleuterio Llorca (descendiente del político alicantino Juan Maisonnave) heredó un tonel de fondillón de solera del año 1871. Tras un encuentro casual con Salvador Poveda (bodeguero de Monóvar), decidieron producir fondillón utilizando para ello dicho tonel. Actualmente diversas bodegas del interior de la provincia de Alicante producen este magnífico vino, por lo que su futuro está asegurado.