TANNAT, UN VINO POCO COMÚN




Excepto los especialistas o los aficionados que han tenido la posibilidad de viajar a Madiran, Francia o a Uruguay, son pocos los que conocen o han oído hablar de la cepa tannat. Esta uva tinta fue bautizada con ese nombre debido a su gran poder tánico, mayor que el de la cabernet sauvignon, lo que da origen a vinos con potencial de larga guarda.

Ubicada en el tradicional Camino de Santiago, Madiran es una tierra cuyos vinos llenaron los cálices de las antiguas abadías y calentaron el corazón de los miles de peregrinos que durante siglos recorrieron el camino a Compostela. Fueron monjes benedictinos quienes fundaron la abadía de Madiran en el siglo XI, época en que cobra importancia la elaboración de los vinos que destacaban por su elevada tanicidad y fuerza, lo que les valió la fama que fueron adquiriendo por la difusión que le dieron los peregrinos.

La cepa Tannat no se extendió en Francia más allá de la región de origen, principalmente debido a su difícil adaptabilidad. La epidemia de filoxera que arrasó con los viñedos europeos hacia finales del siglo XIX la redujo sensiblemente. A su vez, las políticas oficiales locales que limitaron la proporción de la tannat en los vinos de Madiran en los años 50’ en un rango de 40% a 60% desalentaron las plantaciones de tannat, por lo que en la actualidad sólo se cuenta con 850 hectáreas en la región.

Afortunadamente, la oleada migratoria de Europa hacia América durante el siglo XIX, permitió que algunos pies de Tannat llegaran a Uruguay. Fue Pascual Harriague, vasco francés, quien logró implantar el primer viñedo de Tannat hacia 1870, en el departamento de Salto, al noroeste del país, cerca de las orillas del río Uruguay. Poco a poco la Tannat se fue extendiendo por el territorio uruguayo, adaptándose progresivamente y durante décadas a las condiciones de clima y suelo de esa nueva tierra. Provenientes de una cultura donde el vino ocupaba un lugar destacado en su vida cotidiana, esos inmigrantes continuaron la costumbre ancestral de hacer buen vino e integrarlo a su cotidianeidad.

Uruguay: País del tannat

La tannat fue la cepa que mejor se adaptó a las condiciones ambientales de Uruguay y en la actualidad es la más importante del viñedo uruguayo, al ocupar más de 3,500 de las 9,000 hectáreas plantadas. Ello la convierte en la cepa emblema de Uruguay y a este país en prácticamente el único exportador de vinos 100% tannat al mundo.

Los propios franceses reconocen que su tannat permaneció como una cepa rústica y que se utiliza con cierta frecuencia para aumentar la potencia de ciertos vinos y mejorar su capacidad de guarda, pero que no es fácil de tomar como monovarietal. Sus taninos demasiado agresivos requieren un tiempo de barrica muy superior a los que se manejan en promedio para otras castas. No es casualidad que el revolucionario invento del método de microoxigenación, de Patrick Ducourneau, surgiera precisamente en Madiran. Consiste en agregar pequeñas cantidades de oxígeno al vino, antes de la fermentación maloláctica, mediante una sonda de cerámica, lo que permite redondear más rápidamente los taninos y acelerar la maduración del vino.

Por su parte, el tannat uruguayo ha ido ganando cada vez más premios en los competidos concursos internacionales, en catas ciegas y con los mejores sommelier del mundo, lo que ha llevado a acuñar el calificativo de “pequeño gigante de Sudamérica” con que se hace referencia a Uruguay en el mundo de los expertos en vino.

El poder antioxidante de la tannat es el doble de la cabernet sauvignon y cuatro veces mayor al de la merlot. El poder antioxidante se debe a la presencia de polifenoles, que ceden los hollejos al vino durante la fermentación.

A la vista, el vino tannat presume su intensa coloración roja violácea, a veces con tonalidades granate, limpia y brillante.

En su aroma predominan los frutos silvestres rojos y negros muy maduros del bosque, notas especiadas y la presencia de chocolate amargo que anuncia interesantes maridajes.

Tiene mucha presencia en boca, la colma de manera persistente y con excelente y abundante final. Sus taninos son redondos y superan en intensidad a los de la cabernet sauvignon. Son vinos muy concentrados, potentes, estructurados y de gran complejidad. Con frecuencia destaca su delicado sabor a moras. Se caracterizan por un notable balance entre la acidez y la fruta.

Los maridajes más recomendados para la tannat son las carnes rojas, piezas de caza, quesos fuertes y pastas bien condimentadas.

Es sabido que ninguna explicación sustituye la experiencia sensorial directa de apreciar un vino. Date la oportunidad de degustar un buen tannat, si eres de aquellas personas que disfruta experimentando nuevos aromas y sabores, que te puede contar una cepa casi exótica como la tannat, ese espíritu que vive en cada botella, déjate seducir por su originalidad, por su potencia y por su expresión plenamente frutal.

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