SABOR DE LUZ





 La activación de la “quiebra cúprica” en los vinos blancos por el efecto de la luz, es un fenómeno conocido desde antiguo, pero últimamente se ha investigado la presencia en los vinos de compuestos azufrados de olor desagradable, en vinos que han permanecido bajo el efecto de la luz, produciéndose una alteración aromática conocida como “sabor de luz”.

Este fenómeno se produce cuando el vino se encuentra a una temperatura superior de 20º C y está embotellado en botellas de vidrio que reciben la luz solar o determinados tipos de luz artificial. Intervienen en el desarrollo de este proceso, las pequeñas cantidades de vitamina B2 que contienen los vinos y los aminoácidos azufrados del vino, como la metionina, transformándose los últimos en compuestos de olor desagradable como el metionol de olor a coliflor cocida o el dimetilsulfuro de olor a humedad.


Para evitarlo basta con utilizar botellas de vidrio que absorban las radiaciones luminosas, siendo las más peligrosas las cercanas a una longitud de onda de 370 nm, también añadir a los vinos ciertos aditivos autorizados como el ácido ascórbico o vitamina C, almacenar los vinos embotellados en lugares oscuros e impedir en estos locales la instalación de lámpara fluorescentes que emiten luz en la citada longitud de onda.

Aunque no existen reglas o legislaciones al respecto, la experiencia ha llevado a los bodegueros a destinar ciertos colores a determinados tipos de vinos:

- Para Vinos Tintos, se usan botellas de color verde oscuro.

- Para Vinos Blancos, se usan botellas de color verde claro o castaño.

- Para Vinos Blancos jóvenes o Rosados, de consumo más rápido, se usan botellas  transparentes.

- Para Vinos de Guarda se usan botellas de cristal oscuro, casi opaco.

- Para Vinos de Jerez y Oportos se usan botellas de color marrón oscuro o negro.

 La mayoría de los productores de vino tinto siguen empleando cristales de color verde oliva, porque según los especialistas, es uno de los envases que mayor protección ofrece al vino.