Las botellas, había 168 de ellas
en total, tienen una historia fascinante. El barco, que no ha podido ser
documentado en ningún registro, naufragó sin dejar constancia y por tanto se
desconoce la fecha precisa en la que se produjo y permaneció a unos 50 metros de profundidad
en el Mar Báltico entre Estocolmo y Helsinki.
Cuando descubrieron el pecio y
las botellas en horizontal y envueltas en paja, el buzo Anders Näsman y su
equipo subieron la primera botella el 6 de junio de 2010. La sumiller Ella
Grûssner fue la primera persona en
catarla. Tenía un sabor muy dulce, sabía a roble y tenía un olor muy fuerte a
tabaco, y había burbujas muy pequeñas. La botella en sí misma era una hermosa
muestra de un soplado artesanal de vidrio pesado, con un color gris verdoso bastante
alejada de cómo es una botella de champagne de hoy en día.
El champagne ha sido identificado
como procedente de Veuve Clicquot por el
sello de un cometa en el corcho, que la firma empleó para conmemorar que un
cometa cruzó la región de Champagne en 1811. Al cometa se le atribuyo el
milagro de una excelente cosecha, por eso el nombre de Cuvée de la Comete para
el Vintage de ese año.
Después de la ocupación prusiana
de Reims, Luis Bohne (lo que seria ahora director de ventas) elaboro un plan para contrabandear una gran
cantidad de "Vintage Cuvée de la Comete". Mientras que Madame
Clicquot, distrajo a los soldados estacionados mediante la apertura de sus
bodegas invitando a todos a beber
champagne, Bohne contrató a un buque mercante Holandés y cargo mas de diez mil botellas con destino a Rusia. El
envío de Bohne fue recibido con entusiasmo por la elite Rusa, incluso por el Zar Alejandro I. Es de suponer que el
barco naufragado tenía como destino San Petesburgo.
En 1814 es derrotado Napoleón y
Reims pasa a ser ocupado por los rusos, comandados por el Príncipe Sergei Alexandrovich
Wolkonsky. Madame Clicquot, previendo un saqueo, había tabicado los túneles
donde todavía tenía parte de su
apreciada Cuvée de la Comete de
1811. Pero el Príncipe ordena que se compre todo el champagne que se consumía,
y la viuda inmediatamente lo pone a la venta.
Cuando estos oficiales y nobles regresaron a Rusia, se transformaron en
sus mejores promotores de ventas. Rusia se convirtió en el segundo mayor
consumidor de champagne en el mundo.
Otra curiosidad es el color amarillo de las
etiquetas de la Veuve Clicquot. Se lo deben a Louis Bohne quien se dio
cuenta de que todas las casas de San Petersburgo eran amarillas. Por eso pidió
que hicieran las etiquetas de ese color, incrementando notablemente las ventas.
Bueno al lío que me enrollo…
¿Cómo es que estas botellas duraron tanto? Hay
cuatro razones técnicas que parecen lógicas y probables. En el fondo marino, a 50 metros de profundidad,
el tiempo casi se detiene:
1. Temperatura:
A 60º norte del ecuador y a 50 metros bajo la superficie la temperatura ambiente es de alrededor 4ºC y constante. Es cerca de 10ºC más baja que las mejores cavas de Champagne. Además, la luz es muy tenue, casi en la oscuridad absoluta. La baja temperatura ralentiza todos los procesos químicos en el vino y cada 10ºC menos se reduce a la mitad la tasa de esos procesos y por tanto del envejecimiento. Esto significa que un champagne de 180 años habría envejecido alrededor de 80-90 años tan solo bajo estas condiciones.
2. Presión:
A 50 metros de profundidad, la presión del agua alrededor de la botella sería casi equivalente a la presión dentro de una moderna botella de champagne, probablemente algo más que una antigua. Esto significa que la presión externa estaría ayudando al corcho a permanecer en su lugar con más fuerza que la presión interior que estaría empujándolo a salir. Esto explica por qué los corchos estaban todavía firmes y cumplieron su papel como obturadores. De cualquier modo, los corchos tuvieron que ser de primera calidad.
3. Oscuridad:
Como hemos dicho antes, estaba muy oscuro allá abajo. La luz conlleva energía que inicia reacciones químicas y por tanto maduración. Otra ralentización.
4. Ruido:
La ausencia de ruido o vibración es perfecta para maduraciones largas y lentas.
1. Temperatura:
A 60º norte del ecuador y a 50 metros bajo la superficie la temperatura ambiente es de alrededor 4ºC y constante. Es cerca de 10ºC más baja que las mejores cavas de Champagne. Además, la luz es muy tenue, casi en la oscuridad absoluta. La baja temperatura ralentiza todos los procesos químicos en el vino y cada 10ºC menos se reduce a la mitad la tasa de esos procesos y por tanto del envejecimiento. Esto significa que un champagne de 180 años habría envejecido alrededor de 80-90 años tan solo bajo estas condiciones.
2. Presión:
A 50 metros de profundidad, la presión del agua alrededor de la botella sería casi equivalente a la presión dentro de una moderna botella de champagne, probablemente algo más que una antigua. Esto significa que la presión externa estaría ayudando al corcho a permanecer en su lugar con más fuerza que la presión interior que estaría empujándolo a salir. Esto explica por qué los corchos estaban todavía firmes y cumplieron su papel como obturadores. De cualquier modo, los corchos tuvieron que ser de primera calidad.
3. Oscuridad:
Como hemos dicho antes, estaba muy oscuro allá abajo. La luz conlleva energía que inicia reacciones químicas y por tanto maduración. Otra ralentización.
4. Ruido:
La ausencia de ruido o vibración es perfecta para maduraciones largas y lentas.
Los cuellos de las botellas con los corchos
fueron preparados para que la depresión de más de 5 bares hasta la superficie
no causara problemas. Volver a encorchar suena simple, pero de hecho estuvo muy
lejos de ser sencillo y requirió una gran habilidad, conocimiento y
experiencia. Las botellas eran muy viejas y frágiles y colocar un tapón moderno
de champagne con una maquina actual podría haber destrozado los cuellos.
El trabajo de recorchado se encomendó a
Amorim, el mayor productor de corcho no
solo en Portugal, sino de todo el mundo. Ellos hicieron corchos especialmente
para estas botellas midiendo hasta el detalle sus dimensiones y por lo tanto la
presión que experimentarían sobre los cuellos de las botellas. La maquinaria
corchera moderna es demasiado poderosa para un vidrio tan delicado, y Amorim
descubrió que la solución pasaba por utilizar una pieza de museo, una antigua
maquina manual muy simple que taponó las botellas con un suave movimiento de
palanca.
Las botellas están en un lugar seguro y secreto,
que estaba también a 50
metros bajo el nivel del mar. 145 en total fueron
vueltas a encorchar, solo 13 tuvieron que ser consideradas inválidas. Cada
botella puede costar aproximadamente unos 40.000 euros.
Colorín colorado…