La formación de sedimentos es un fenómeno natural
en los vinos. Es el resultado de no haber intervenido de forma radical en el
proceso de elaboración y crianza, mediante fuertes clarificaciones o intensas
filtraciones. No sólo no son defectos del vino, sino que son síntomas de calidad y respeto a una forma de trabajo natural.
Con el paso de los años se forman esencialmente
dos tipos de sedimentos: los tartratos y la materia colorante. Los tartratos
son cristalizaciones naturales procedentes de la uva. El más habitual
es el Bitartrato Potásico, sales del ácido tartárico que precipitan por la
acción del frío y del alcohol. Los vinos más viejos también tienen más
precipitación de la materia colorante (antocianos) Esta sedimentación presenta
el color correspondiente a la edad el vino y reduce en el vino su intensidad.
Como librarse de los posos
- Consultar la etiqueta antes de descorchar la botella. Muchos elaboradores advierten en ella de que sus vinos no han sido clarificados ni filtrados y, por tanto, pueden presentar sedimentos.
- Dejar reposar la botella en posición vertical durante unas horas antes de descorcharla. De esta forma, uno se asegura que los posos se han depositado en el fondo.
- Descorchar la botella sin movimientos bruscos y manteniendo la verticalidad, servir con mucho cuidado y no apurar todo el contenido de la botella.
- O, mejor aún, pasar (también lentamente y con cuidado) el vino a un decantador fijándose muy bien cuándo el vino empieza a estar turbio. Esto es infinitamente más fácil de apreciar si se coloca un foco de luz detrás. El vino del decantador estará libre de impurezas y la botella se habrá quedado con aproximadamente un dedo de vino y todos los posos.
En Portugal los posos del Porto Vintage se untan
en pan con un poco de mantequilla.