MINERALIDAD



La vid hunde sus raíces profundamente en el subsuelo, donde se provee de nutrientes. Pero la composición química de éstos no participa directamente en el desarrollo de los aromas en las uvas.

La mineralidad en los vinos, en la mayoría de los casos, no tiene nada que ver con ellos. Como se afirma, la fruta y madera siempre tienen un origen conocido, sin embargo, la expresión de rocas y suelos en los aromas y sabores que encontramos en una copa de vino siempre ha sido un misterio, ya que algo claro es que poco o nada tiene que ver con los minerales.

El vino base para el champagne de Cramant (Côte des Blancs) sabe distinto al vino base para el Champagne de Trépailles (Montagne de Reims). Y ambos son chardonnay que crecen sobre caliza. 


La mineralidad es un concepto que nunca podrá ser definido consistentemente en palabras o estándares físicos, ya que si alguien llegara a obtener una solución metálica o de piedras que tiene aroma, podría ser usado para definir mineralidad, por ende, ser parte de la rueda de aromas, ya que el criterio para estar en la rueda es objetivo, analítico y no-subjetivo.
 
Asumiendo que todos llegamos a una definición de mineralidad en el vino, necesitaríamos determinar como es producida. El candidato para explicar la mineralidad sería el sulfuro y que en un reciente libro “The Science of Wine (University of California Press, 2005), Jamie Goode establece hipótesis y descubrimientos de diversos investigadores que sugieren que la llamada mineralidad se relaciona a bajos niveles de compuestos basados en el sulfuro, que ocurrirían en ambientes reductivos de la enología (restringidos en oxígeno) o bajo condiciones de estrés nutricional durante la fermentación.

 La posibilidad de que provengan de  compuestos que pueden ser controlados en la bodega son optimistas y se tendrá que seguir investigando al respecto.

Fuente: Tim Patterson