Born in the U.S.A.


Los primeros europeos que exploraron Norteamérica la llamaron “Vinland” tierra del vino debido a la gran cantidad de vides que encontraron. Aunque otra versión asegura que fue el nombre dado por los vikingos a la zona del Golfo de San Lorenzo, Nuevo Brunswick y Nueva Escocia, en la actual Canadá,  500 años antes de los viajes de Cristóbal Colón. 

El continente norteamericano alberga una serie de variedades nativas de uva, entre ellas Vitis labrusca, Vitis riparia, Vitis rotundifolia, Vitis vulpina, y Vitis amurensis. Uvas silvestres que encontraban a su paso los futuros colonos viticultores en el siglo XVII y  que decepcionados con la calidad de estas, se decidieron a importar vides europeas que plantaron en las nuevas colonias y que no tardaron en morir. El Suelo norteamericano estaba plagado de filoxera. Decían de las uvas nativas que eran grasas, su mosto espeso y transformadas en vino no gustan nada al paladar".

Ni el empeño del propio George Washington ni el de Thomas Jefferson, gran aficionado al vino que recorrió Francia bebiéndolo, consiguieron la implantación de variedades europeas. 


Pero los colonos no se dieron por vencidos tan fácilmente. Es difícil determinar como se produjo el híbrido fortuito entre una cepa americana y una europea que dio lugar a variedades como la Catawba y la Concord con las cuales se consiguió alguna mejora. Los vinos pasaron de ser malos todos a ser unos peores que otros.

Los norteamericanos de la zona este del país plantaron estas nuevas variedades. Se crearon viñedos en New York , New Jersey, Virginia y sobre todo en Ohio. En Cincinnati (Ohio) nació la primera firma vinícola “Espumosos de Catawba”. Se dieron cuenta que el sabor agrio de las uvas se notaba menos en los espumosos. Con bastante éxito llegaron a tener plantadas casi 500 ha pero las enfermedades y la Guerra Civil zanjaron la rivalidad entre Reims y Cincinnati. En los Finger Lakes (New York) encontró por fin el vino americano su hogar en la costa este.

En la zona oeste, en 1769 el monje franciscano español fray Junipero de la Serra funda la primera Misión en San Diego y se dice que fue el primero en plantar un viñedo en California. Primeros viñedos de la variedad Misión (Listan Negro Canaria) introducida por los españoles en México en el siglo XVI.

Aquí no se produjeron ninguno de los problemas de la Costa Este. La Vitis Vinífera europea encontró su tierra prometida. Las viñas se extendieron a lo largo de la costa al mismo tiempo que las misiones, que llegaron a Sonoma, la zona más septentrional en 1805. La viticultura prospero rápidamente. 

En 1850 Agoston Haraszthy organizo la industria vinícola después de la fiebre del oro y las migraciones masivas. Trajo de Europa 100.000 esquejes de innumerables variedades. Entre ellas la ahora famosa Zinfandel.

Hacia mediados del siglo XIX, Estados Unidos poseía dos industrias vinícolas, cada una de ellas situadas en un extremo del país. Ambas lograron sobrevivir sin problemas hasta la famosa Ley Seca de principios del siglo XX. Después de la derogación de la ley en 1933, necesitaron más de una década para recuperarse. Unas 140 bodegas habían sobrevivido elaborando vino sacramental y zumo de uva con la terrible advertencia:

“CUIDADO, NO AÑADIR LEVADURAS O EL CONTENIDO FERMENTARA”

En los años 60 surgió una nueva ola de enólogos con Robert Mondavi a la cabeza, que ayudó a marcar el comienzo de un período de renacimiento del vino en California con un enfoque sobre las nuevas tecnologías de vinificación y un énfasis en la calidad. 

En 1976 el periodista Steven Spurrier convoca una cata a ciegas en donde participaron los mejores vinos  californianos y franceses, ganando los americanos por primera vez tanto en blancos como en tintos. Este hecho se conoció como “El  Juicio de París”.

Hoy Estados Unidos es el primer país  en consumo y el cuarto productor mundial de vino, con viñedos prácticamente en todos sus Estados.

Fuente: Hugh Johnson